El Alzheimer colectivo
Hoy quiero empezar con una cita del mismo hombre con el que ayer acabé la introducción a este blog.
Emilió Lledó dice: El Alzheimer colectivo es todavía mucho peor que al Alzheimer individual, y un país sometido a la falsificación de lo colectivo es un país condenado.
En esta reflexión quiero dejar de lado esa parte fisiológica del Alzheimer, y quiero partir de la afectación social de la misma enfermedad, justamente de la pérdida de memoria y la dificultad de aprendizaje.
El ser humano actual, y digo actual porque si hacemos una mirada a lo largo de la historia veremos conjeturas que llevan a ser quien somos y que, en algún momento de la historia también tuvimos; es un ser consumista, y digo consumista porque a mi parecer el objetivo principal de la propiedad es consumir aquello que es nuestro, ya no únicamente a nivel material, sino que también a nivel emocional. Eso nos lleva a ser seres insaciables guiados por el placer del consumo.
Por otro lado, somos seres anclados a la inmediatez. Los seres humanos lo queremos todo y lo queremos YA. Nos falta comida, bajamos rápidamente a comprar aquello que nos vaya a proporcionar más placer, se nos queda el móvil sin batería, corremos rápidamente a por el cargador no vaya a ser que el móvil se nos apague, estamos en segundo de carrera pero si me dejaran empezar YA el máster seguramente lo cogía, entre mil y una cosas que seguramente si reflexionáis se os viene a la cabeza. Y esto es un problema, ya que no siempre podemos tener todo YA, si no que la paciencia, es la esencia de la calma.
No debemos olvidar tampoco, que el ser humano es un ser con una ausencia de autonomía brutal. Y aquí veréis una leve contradicción. Somos seres a los que nos gusta tener todo por nuestra mano. Todo "atado y bien atado" para que nada se salga de nuestro camino. Pero a la vez, olvidamos que somos seres sociales, y que las interacciones que generamos con los demás a lo largo de nuestra vida, estimulan a que éstas salgan adelante. Aunque pensemos con mente individualista creyendo que los méritos y las acciones en nuestro día a día no podrían haber salido para adelante sin nosotros. Por ejemplo, corro rapidísimo para poder coger el autobús, entro, me siento en el asiento de una señora que se acababa de levantar, respiro, y me digo a mí mismo: ufff, menos mal que he corrido, de no haber sido así no hubiera cogido el autobús. Vaya, nuestro inconsciente individualista ya nos ha pasado la primera mala jugada del día. No todo depende de nosotros, la vida no sigue adelante gracias a nosotros únicamente, sino a la interacción que generamos con los demás. Realmente debería haber dicho: menos mal que he corrido, que el conductor ha venido a trabajar hoy y que la señora del asiento se ha levantado justo antes de poderme sentar yo. Pero no, tendemos a concebir nuestras acciones como propias, cuando realmente, dependemos los unos de los otros.
Otra característica del ser humano, y ya acabo, es la intolerancia hacia la diversidad y el respeto hacia el otro. Como individuos consumistas, individualistas, dependientes los unos de los otros... creemos que aquello que se sale de nuestro esquema mental es extraño, raro, lo percibimos como una amenaza, y por ende, hay que aniquilarlo, borrarlo, camuflarlo, como lo queráis llamar. No hay que olvidar que somos ciudadanos de un mismo mundo, con los mismos derechos pero con distintas oportunidades, en parte, por culpa de esta falta de respeto a los demás y esta intolerancia a la diversidad, ya que si eres diferente, "ya no eres tan humano", a concepciones propias.
Todas estas características, en gran parte, dificultan nuestro aprendizaje social, dificultan que el ser humano pueda trascender como ser social, y que por ello, la sociedad se encuentre estancada en algún que otro ámbito de la misma.
Diariamente olvidamos el sentido de comunidad. Olvidamos que cualquier mínimo acto que hagamos, de una manera u otra, está afectando a alguien ya sea negativa o positivamente. Olvidamos, que si abrimos la ventana probablemente encontremos a una vecina o vecino, distinto a nosotros, con una vida totalmente distinta, con sus pros, y sus contras, con sus antes y sus después, sus expectativas, sus deseos, sus sueños. Simplemente, otro como nosotros. Y qué bonito es eso. Y que poco lo recordamos.
Olvidamos que vivimos en sociedad. Olvidamos que las acciones de un Gobierno al que votamos, afectaran del mismo modo a aquellas personas que no están a su favor. Olvidamos, que el ser humano parte de una libertad individual dentro de una sociedad, que como no, es colectiva. Pero lo olvidamos. Nos hemos olvidado de ese sentido de comunidad, no hemos olvidado del otro, del que tenemos al lado. Del que sufre como nosotros y disfruta del mismo modo. Del reflejo propio en distintas personas.
Es por ello que hay que cortar de raíz con esto. Hay que tener, no únicamente proyección de futuro, sino proyección colectiva. Sentido comunitario. Porque ahora se presume mucho del lema "juntos, saldremos de esto", precisamente porque antes, no habíamos ido "juntos" nunca.
Y es que el Alzheimer colectivo, tal y como decía Lledó, es todavía mucho peor que el individual, y un país sometido a la falsificación de lo colectivo, es un país condenado al fracaso. Y aquí estamos.
Una reflexión muy inspiradora. Me quedo, sobre todo, con la noción de diferencia como límite de "lo humano".
ResponElimina¡Me alegro mucho Oriol! Tú lo has dicho, a veces perdemos la concepción de "lo humano" porque no sabemos ver la diversidad dentro de la misma. Si la aceptáramos, podríamos crear medidas para tratarla. ¡¡Muchas gracias por tu comentario!!
EliminaEsther.
ResponEliminaMe gusta tu reflexión,siempre tenemos la tendencia de mirarnos los el ombligo ,y lo que nos pasa a nosotros es más importante de lo que les ocurra a los demás.
Nos falta apatía.
Totalmente, hay que abrir el campo de visión y actuar en consecuencia. De tanto mirarnos el ombligo padeceremos de cervicales... y aquí estamos!
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